sábado, 15 de octubre de 2016

Mi zona de confort





Hace unos 12 años empecé una aventura solo, totalmente, me fui del país donde nací, crecí, básicamente deje casi todo lo que una persona puede amar. El motivo no lo tocaré en estos momentos, tal vez mas adelante, tal vez.


Dentro de las cosas que recuerdo, una que más cuesta superar cuando estas solo es: la nostalgia. Esa nostalgia te dice que regreses a tu zona de confort, pero como dice mi madre: tu tienes una gran fuerza de voluntad y decisión (yo le llamo necedad).

Decidí quedarme fuera de esa zona de confort, de querer regresar donde nací, por muchos años, hasta que poco a poco esa zona extraña se volvió mi nueva zona de confort, y hoy sentado en el balcón de esta habitación en otro país (fuera del que en 12 años se volvió mi nueva zona de confort), tengo de nuevo esa sensación y sentimiento de querer tomar las maletas, ir a lo desconocido, salir por la puerta, de emprender una nueva aventura.

Si el sentimiento sigue ya haré algo, soy un necio ¿no? por lo pronto solo disfrutaré la vista, la lluvia caer y una buena taza de café, acompañado de mis pensamientos.

Este post lo dividiré en dos partes... también hay otra cosa que aprendí de estar solo...


1 comentario:

  1. Lograr disfrutar de los tiempos en nuestra propia compañía es algo que pocos logran hacer. Vivimos en sociedad que premia el escape de esos momentos con un gran número de distracciones digitales que hacen que la mayoría no logre disfrutar del gran placer de los simples momentos en la vida. Abrazar nuestros pensamientos que divagan en el silencio de una habitación es una buena costumbre en la sociedad del vacío. No soy pesimista, sin embargo tener conciencia de lo que pasa alrededor me lleva a valorar y apreciar que la vida se encuentra afuera de una pantalla, en ese mundo basto que nos ofrece la potencia de expandirnos.

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